Un pasillo helado. Una mesa chueca. Cuatro paredes despintadas. Ahí, esperando, con la paciencia de quien vive el tiempo de otra manera, estaba el autor del libro. Así llegué a la entraña misma del adentro del título en busca de nuevas letras que, decían, estaban en esa sala, la mejor de la Unidad.

Los internos de la la Unidad Penitenciaria N° 13 de Junín se encuentran con otros y con ellos mismos gracias al grupo de Estrategia Tratamental, que fue quien me permitió llegar hasta allí. En medio del arduo trabajo cotidiano del equipo apareció Alexis con su cuaderno, ese que le servía de escape y que todavía ni pensaba se convertiría en libro.

Al leerlo descubrí que el adentro de esta obra no refiere solamente al lugar de donde surge. Las vivencias y creencias de Alexis se expresan todas en esta, la primera publicación del autor. Un desde adentro de sí mismo que aparece especialmente en las tres primeras partes del libro, dedicadas a la poesía. Se destacan las que refieren a vivencias acaecidas en el Penal. La convivencia, las visitas, las injusticias, forjan una identidad que luego dispara hacia otras poesías, aquellas que hablan del amor, la amistad, la familia y Dios. Parecería que la idea central que ronda las poesías carcelarias -“acá no nacimos y vamos a salir”- fuera la que da permiso a la esperanza y a la libertad para colarse en las letras de las otras poesías.

El Alexis de los cuentos completa este libro. Historias que rompen los muros y atraviesan las rejas para mostrar ingenio y alegría, para que la imaginación vuele y se burle de un sistema carcelario que tiene como fin vigilar y castigar. En los cuentos el autor se escapa de las propias vivencias y recorre otros mundos, ingresa al vasto campo de la ficción y le hace guiños al lector, que se encuentra con la posibilidad de sonreír y de reflexionar con cada historia.

Poesías y cuentos componen Desde Adentro, un libro que nació en la oscuridad más recóndita para llenar de colores un afuera que muchas veces prefiere olvidar que, dentro de esa terrible estructura de cemento de la ruta 188 hay personas, e incluso poetas.

Por María Silvia Biancardi